Recomiendo con los ojos cerrados este restaurante. El menú no es extenso, pero todos los platos que ofrecen son divinos. La ensaña capresa está buenísima y la ñoquis de batatas mejor todavía. Los postres son muy ricos, el merengon de fresa tienen que probarlo. El servicio súper bueno, son personas muy amables. Se llena muchísimo los viernes y recomiendo que vayan justo a las 12, porque después el tiempo de espera puede ser hasta de dos horas.