Ambiente rupestre, amplios espacios y buena comida. Es un restaurante en el que vale la pena quedarse, mucho que ver, ameno para conversar. Tiene varios ambientes y zonas con aves típicas venezolanas. Aunque puede ser un sitio agradable para los sentidos por su contacto con la naturaleza y la historia caraqueña puede herir susceptibilidades para los protectores de animales.