El lugar es un patio abierto a la calle pero cubierto, fresco y agradable. La atención me pareció buena y rápida, aunque se notaba que el mesonero era inexperto, nada nuevo en esta nueva Venezuela donde los jóvenes emigran en tropel. Por desgracia hay una banda de Jazz que toca en vivo a un volumen superlativamente inmamable. No disfruté el desayuno a plenitud pues el ruido de la banda fue infernal mientras comíamos. El desayuno es abundante y bien preparado. La tocineta crispy, el pan tostado en su punto perfecto y las panquecas buenísimas. Las panquecas se acompañan con sirope de maple importado muy bueno. Me hubiera gustado adicionalmente una mermelada ácida tipo fresa o naranja, pero esta Venezuela no es Suiza. Los baños estaban limpios a pesar de no tener agua, y resuelven con un gran pipote y una jarra para limpiarse las manos. El precio me pareció excesivo, el doble de otros lugares que sirven desayunos igual de buenos y abundantes, como Gran Horizonte o el Solar de Las Mercedes. No creo que regrese.