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Un lugar muy original, enfocado en realzar los productos venezolanos, platos muy sencillos pero de excelente sabor y cocinados a la perfeccion. La atencion es insuperable, todos muy amables y atentos. Buena seleccion de vinos. Lo unico que no me gustó es que los carros se estacionan en la calle y esta demasiado oscuro.

De entrada algo oscuro y solo, muy costoso pero la comida es tan buena que vale su costo, nos causo impresión un vino que cuesta 110.000 bs!!!... Notamos en la cuenta que te cobran absolutamente todo!! Hasta el pan que piensas que es atencion de la casa!!

¡La comida deliciosa! me quede con ganas de probar la hallaca de langosta que muy amablemente me recomendó la pastelera el día del Piquenique en LPG, su bandeja de quesos para comenzar y su Pot au creme como cierre me fascinaron; eso sí, el servicio pésimo a la hora del almuerzo, el restaurante parece que estuviera solo, sus meseras se encuentran acostadas en unas sillas al fondo, no hay ni anfitriona ni gerente que te reciba, te causa un poco de gracia, pero se compensa con el concepto que me explicaron, enalteciendo los productos nacionales, el cual encontré muy bien plasmado al momento de probar sus productos, 20 puntos por la recomendación; eso si es un restaurante costoso, pero para una buena ocasión lo vale.

Una experiencia maravillosa, sabores que sorprenden, cada plato es único. La langosta cocida a la perfección en agua salada. Los postres increíbles y el parmesano de chocolate de la casa con ron de digestivo es el broche de oro

La degustación de quesos y jamones artesanal es obligada! la comida es muy sabrosa, sobre todo que la mayoría es cultivada o cosechada por ellos mismos.