Empecemos por el principio. El restaurant muy bonito, vajilla y platería muy refinado, solo 7 mesas a disposición de los comensales. Cuando llegamos, la dueña, con un pronunciado acento francés, nos preguntó si habíamos hecho reservacion, a lo cual respondimos negativamente; de igual manera nos asignaron una mesa. Allí estuvimos aproximadamente como 10 minutos esperando que alguien nos atendiera, le preguntamos al único mesonero que estaba allí que si podían darnos el menú, a lo que solo contestó que debíamos esperar a la Señora. Luego de unos aproximados 10 minutos mas, se nos acerca la dueña del restaurant y nos recita el menú. Decidimos para la entrada una sopa, como principal Curvina y de tomar..... tuvimos que esperar nuevamente que nos ofrecieran algo. Llegó la entrada. Raciones pequeñas muy a lo francés. El Plato principal, gourmet por el tamaño de la ración, pero no por la preparación, sabor ni emplatado. Finalmente, al cabo de mas de 1 hora, volvimos a pedir, ya con bastante desgano, que nos ofrecieran algo de tomar, el mesonero nos ofreció solo limonada. El mesonero, que era el mismo que lavaba los platos, sacaba la bolsa de la basura, se dispuso a exprimir los limones y así preparar la bebida, la cual fue servida, sin hielo y apenas azúcar, en unos vasos de vidrio de unos 5 cmts de altura. Una experiencia bastante molesta. El precio? Muy elevado, nada acorde con la calidad del servicio y la comida.... Pero lo que mas me asombró, y no de buena manera, fué el precio de la limonada. UNA FALTA DE RESPETO!!! Salí del restaurant molesta y triste.