Tiene un gran atractivo que no se le puede negar. Su ambiente es tan chic y propicio para tomarse mil fotografías en los distintos ambientes que forman parte de una divertida movida artística. Hasta allí todo es una maravilla, pero cuando llegó la hora de comer, lo bello y chic se esfumó rápidamente. Pedimos un crossaint de pistacho, uno simple y una danesa de manzanas y de verdad es una lástima que ni capas diferenciadas tuviese. Uno lo sirvieron arrebatado levemente. La danesa de manzanas no tenía alma. Lo único por lo que vale la pena ir es por el café y el ambiente. Aunque sinceramente no volvería , costoso y productos deficientes. Es una lástima que se invierta tanto en el espacio y haya un desequilibrio en la calidad de los productos.
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