Anteriormente era la Taberna de Serafín y hasta el expresidente Rafael Caldera era asiduo del lugar. El local ha tenido sus horas altas y bajas, pero actualmente resulta una buena opción para una buena paella o un pincho de tortilla. Me encantó su techo a modo de “voltas catalanas” y lo esmerado del servicio. Eso sí, dado que el local es pequeño y que la gente grita cual verduleros- no opte por él si quiere mantener una conversación audible en la mesa.
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