La atención fue esmerada y rápida aunque se trataba de un día tan complicado como el 14F. Los precios van desde los doscientos treinta mil en algunas entradas, hasta el millón y tanto en al menos un plato principal, aunque este era para 2 personas. La carta es larga, pero se entiende tratándose de platos que a sus vez tienen versiones y reversiones, como el ceviche, por ejemplo. Volvería con gusto. Lo mejor, la degustación Chirú. Lo peor, lo frias que estaban las papas a la huancaina.

Un servicio lento, poco atento y despistado. Pedimos unas papas con queso fundido y tocineta, pero al parecer no había queso fundido y quedaron en ir a averiguar para avisarnos... nunca pasó. Llegó primero la comida y esperamos unos 3 o 4 minutos antes de que nos trajeran las bebidas. Al terminar de comer, el plato estuvo vacío en la mesa y nadie parecía interesado en venir a buscarlo. Llegamos después de las 2 pm, el local estaba casi vacío así que no entendemos porque la falta de esmero. Las milanesas estaban buenas, pero nada como para querer volver.