Excelente trozo de los andes en Caracas. La comida es deliciosa y satisfactoria. La atención es rápida y esmerada. Una excelente opción para los que saben apreciarla comida andina sin muchas pretensiones.

Los golfeados son adictivos. El café es pasable, típico de máquina. Las capresas son una excelente merienda. En antojitos express es lo mejor.

Atendido por su propio dueño, la trattoria tiene sus clientes tradicionales que llegan a hacerse familia del lugar. Entre tantas opciones y tascas de comida española que pululan en el casco de Chacao, la trattoria tiene una carta típicamente italiana que no defrauda a nadie. Sus precios son promedio y los fines de semana se llena.

El pulpo gallego se destaca por su ambiente sencillo pero ameno, sus platos de buen sabor español sin pretensiones, sus porciones generosas, su atención rápida y esmerada y sus precios solidarios. El que lo descubre se engancha con el lugar. En una ocasión probé un risotto de camarones que me enamoró. Buen lugar.

En principio la carta no tiene los precios reales de los platos. Solo se puede pedir lo que hay en las sugerencias del chef pues el resto de la carta es de adorno. Cumplen con el sabor peruano. Las sorpresas llegan con la cuenta si pediste algo que está en la carta pero no en las sugerencias. Atención mala rayando en grosera. Ambiente pequeño, comida regular y precios gourmet. Para no repetir.

Restaurante modesto de tradición española como muchas tascas del centro de Chacao. La comida es buena y el menú siempre varía. Falla un poco la atención y asesoría, el lugar es pequeño y sin muchas comodidades. Ideal para un almuerzo rápido y diferente.

Negocio familiar de típica comida italiana con muchos años establecido en Chacao. La atención es amigable y esmerada, a mediodía se llena pero el encargado tiene un trato amable y trata de que cada persona sea atendida rápidamente. La decoración es sencilla pero acogedora. Los platos igualmente son sencillos pero con sabor casero. Recomiendo las pastas en especial los ñoquis con salsa blanca, los postres son deliciosos y para terminar un clásico café italiano de la máquina gaggia que tiene tantos años como el local. Lo recomiendo para almuerzos familiares.