A favor: - El mondongo. Delicioso y resuelto. - El hervido de pollo. Muy casero, gustoso. - Las arepas. Buen tamaño, bien cocidas. - Los batidos de fruta. Ricos, bien endulzados aunque ha disminuido la oferta. - Las cachapas. Sabrosas, buen punto de cocción, delicioso el queso. En contra: - Factor ubicación. La zona produce estrés, no se puede comer en paz. - El estacionamiento es pequeñito y con la zona insegura pues no se anima uno a detenerse. - Los mesoneros dependiendo de la hora son un tanto despistados. Conclusión: Vale la pena el sitio si se está cerca, lo recomiendo.

Pasé gran parte de mi embarazo matando mis antojo de arepa con queso y toddy frío allí. Además de lo mencionado, doy buena fé del mondongo (resuelto, de buen aspecto y sin mucha grasa) y el hervido de pollo. Los batidos de fruta se dejan colar, recomiendo el de lechosa y el de patilla. Lo que no me inspiró mucho fue el guiso de la arepa de pollo, vi mucho colorante y uno que otro huesito colado por allí. La atención es buena y rápida. Si están por la zona se pueden llegar pero no esperen una experiencia religiosa, es para comer algo y seguir. Bastante normalito para mi gusto.

Amé la pizza sin lugar a dudas. Sitio tranquilo y agradable considerando la zona. Hay estacionamiento vigilado, detalle digno de agradecerse. Hay WiFi que funciona a la maravilla. Buena relación precio valor. Los dulces son la gloria pero no aptos para un sueldo mínimo, el kilo estaba en Bs. 190.000., me conformé solo con mirarlos. La próxima vez iré por un dulcito más que sea y un par de pizzas. Recomendado!

El sitio es espantoso y la comida es sencillamente DELICIOSA casi sublime. Se podría decir que es un acto de masoquismo llegarse hasta la nueva casa de los Chinos a almorzar., pero trabajando cerca, siendo nueva en la ciudad y con recomendaciones de gente que respeto pues me acerqué. Honestamente, entrando ya me sentía en un set de esas películas setenteras que ponen a rodar en los autobuses pero que al final nadie ve ni entiende porque el mareo visual no es normal, pero en fin, pasado mi mareo., nos dispusimos a chequear la carta (tan extensa como poco común) y nos decantamos (fuimos un grupo de 4) por la gallina frita, costillas con sal y pimienta (divino cielo, que delicia) los wontons al vapor y el pollo en salsa de miel que es la cosa más espectacular que me he comido en LA VIDA. Gustó que no es el típico sitio básico más IVA de combos genéricos de arroz + chop suey + lumpias, nada de eso, la gallina frita que tantas alabanzas había recibido antes de apersonarme, fue algo fuera de serie, especialmente porque no asociaba la gallina de otra forma que no fuera en sopa o guisada o como parte de las hallacas. En fin, desconozco cual fue el monto de la cuenta pero con todo y que vivo en el último rincón del municipio Sucre, en definitiva, debo volver por ese pollo que todavía me tiene la boca hecha agua. La atención para nada es cordial, te toman el pedido, lo que te sirven es lo que te describen en el menú y ya. Se abarrota a mediodía y uno no sabe de donde sale tanta gente, pero tiene sus fieles que vuelven una y otra vez, mucho personal que trabaja en ministerios acude allí. Es un sitio en el que apartando la estética requiere varias visitas, una propuesta que merece ser degustada del todo. Llegue temprano, pida lo que va a comer todo de una vez, pruebe la gallina frita y recuerde, la nueva casa de los Chinos no es un sitio apto para Instagram.