Comida
Servicio
Ambiente

El menú solo por código QR pero no hay wifi libre, una persona mayor pues la experiencia es desagradable. Muy bonito, bien ambientado, las pinturas son realmente buenas y artísticas, pero es un restaurante no un museo, la música del DJ ya era suficientemente estridente con rancheras depresivas de bar de mala muerte, pero luego llegó un charro a cantar en vivo y era absolutamente estridente, insoportable, no se puede comer así. Ya sabemos que no es museo ni discoteca y hasta ahora solo puedo hablar de eso. La comida, las flautas aunque crujientes, venían por debajo con una agüita que las deshizo, la carne saladísima. Al guacamole le falta fuerza, sabor y consistencia, siendo una comida que lleva tanto guacamole pues es un serio fallo. Las quesadillas estaban bien, pero llegaron aguadas por la fulana agüita también. Los nachos buenos y crujientes. Bonito detalle que al sentarse te colocan un bowl de cotufas. La atención es muy buena, realmente destacable. Café, solo había guayoyo y expreso, todos en la mesa queríamos con leche o marrón, entonces no pudimos cerrar la experiencia con un café. Baños cómodos y limpios. Comida bien presentada, pero con los fallos indicados. Las porciones son pequeñas. El local es agradable, con algunos pelones de diseño, como las mesas que están en la izquierda y la iluminación pudiera ser mejor. En fin, más contras que pros con la comida, más el hecho de la música constante sin ser discoteca resta mucho, salgo a comer, no a soportar estridencias. No repito.

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