Solía ser un lugar en el que las carnes, los pescados y el pollo tenía bastante buen precio para ser proteína, y no el mismo que una pasta; pero últimamente cuestan lo mismo. El ambiente es encantador, se logra un espacio distinto y tranquilo en una zona tan transitada como Altamira. Hay un plato en particular que es por lo que vuelvo siempre: lomito en salsa bearnaise con papas fritas (si es que no te aplican la de las papitas colombianas por la escasez); no está en el menú pero es de los mejores.