Es un lugar muy diferente a los que estás acostumbrado a ver en Caracas. Las paletas son muy variadas, desde dulces hasta acidas, con fruta, alcohol, depende de lo que saquen durante el día. Al principio tenía miedo de que sean aguadas (en especial las de fruta) pero son súper ricas y tienen muchísimo sabor. Hay una amplia variedad de sabores por probar que te quedas con las ganas de comer más. El ambiente es muy agradable, la decoración es original y va mucho con el tema de las paletas. Lo único es que se llena durante los fines de semana y a veces se vuelve un poco incómodo. De resto la atención es buena. Volveré hasta terminar de probar todos los sabores.