Escondido en un rincón poco transitado de Bello Monte, pero vale la pena la búsqueda. Tiene la sencillez típica de restaurantes chinos que ofrecen más de lo mismo, al que se va a pedir arroz para llevar o tomar cerveza. Una hojeada al menú confirma esta primera impresión. Pero todo cambia si cierran el menú y preguntan por platos recomendados. Si piden hablar con el encargado, les atenderá amablemente y les recomendará algo según su paladar. Hasta las sencillas lumpias tienen un toque más casero, diferente a las típicas. El lechón es realmente tierno y crujiente. Los sabores en general son reconocibles, pero se nota el esmero y el toque particular. No dejen de pedir la salsa de ciruela para acompañar casi cualquier plato. En conclusión, es más de lo mismo, pero diferente.

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