Tienen una terraza espectacular desde la que se puede ver el atardecer en los naranjos. De noche el frío es insoportable pero ellos ofrecen unas ruanas que ayudan muchísimo a soportarlo. Hacen un muy buen café, vale la pena probarlo, pero las tortas que tienen no son su fuerte, nada especial. El servicio es muy atento y personalizado. Destaca fácilmente lo atento del personal incluso sobre lo bonito del lugar