Desde que entras por la puerta de vidrio se siente la pasión por el chocolate que esta gente irradia y contagia. Es una fabrica de chocolate que parece un laboratorio, galería, joyería y café. Tienen en exhibición su variada gama de productos, todos de alta calidad. Los bombones parecen joyas. Esta vez fui por su chocolate caliente, el cual preparan al momento y a la exacta medida de la taza, un espectáculo de sabores que se intensifican mientras pierde temperatura, es el equivalente un espresso pero de chocolate. La atención toma su tiempo como para hacer desear más lo que viene... volveré por bombones!

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