Pequeño restaurante que busca emular de forma nostálgica los años 70. Atención amable y dedicada. Carta algo restringida que se pasea entre la tradicional oferta de pizzas y pastas. En general, la comida es buena. Sin embargo, los precios muy elevados para ser un pequeño restaurante “casero”: presenta precios similares a los grandes restaurantes italianos más modernos y con cartas mucho más amplias, por lo que los incentivos para regresar son realmente bajos.
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