Ambiente cultural, agradable y con música en vivo. Las pizzas son pequeñas, muy escuetas y saladas (un viejo truco para que consumas más bebidas). Si comer bien no es el objetivo central, se puede pasar un buen rato, pero es casi inevitable terminar comiendo algo en otro lado

Emblemático local en el centro Comercial Chacaito, de pocas pretensiones y mucha tradición. Sus hamburguesas son buenas, y las papas fritas acompañantes suelen ser buenas (hechas en el sitio con papas de verdad...). Pero lo que le hace más famoso, más allá de cierta variedad en el menú, es que hacen posiblemente el mejor sandwich Club House de la ciudad. De fácil acceso, con estacionamiento dentro del mismo centro comercial.

Un buen lugar para desayunar, o comer algo a media tarde. Si bien está cerca de la"feria de comida" del centro comercial, no lo recomendaría como un sitio para almorzar, debido a la naturaleza del menú. El ambiente es quizá un tanto ruidoso, y la atención es un poco lenta. La pastelería es... pasable, podrían prestar un poco más de atención a los hojaldres (un poco rígidos en lo que probé), y manejar mejor la barra de té/café (me dió la impresión que quien me atendió no conocía bien la oferta y variedad).

Parrillera/Hamburguesería ya tradicional en la zona, no cuenta con variedad más allá de la hamburguesa tradicional (que incluye solo papas y salsa), y la parrilla, que consiste en un bloque de carne puesto a asar, picado a cuchillo, y servido en un plato de cartón con o sin yuca hervida como acompañante. Hay otras ofertas muy similares en los alrededores, pero éste local es de los pioneros en este estilo desde hace años, y mantiene intacto su concepto y calidad. En mi última visita NO había punto de venta, por lo que hay que pagar en efectivo.

Es una pizzería familiar, de tradición en la zona, sin ninguna pretensión. Los precios son relativamente económicos, y hay que tener en cuenta que, en particular los fines de semana, es muy concurrido, por lo que hay que hacer cola y esperar que se desocupe una mesa para entrar. Las pizzas son buenas, básicamente la oferta común de otros sitios, sin excentricidades. Las pastas igualmente. Ofrecen un self-service de antipasto variado que cambia según la disponibilidad del día, y cuyo precio depende de la apreciación visual del encargado, lo que puede ser un tanto incómodo para algunos. Por el precio, es una buena opción.

Con una estética fenomenal, sin ninguna duda, el local decepciona en la relación precio/valor cuando comparas su oferta, dentro del promedio de otros locales del mismo Target. Los precios, desproporcionadamente altos para la experiencia (nada del otro mundo, aunque no realmente mala tampoco), y tampoco ayudó que, en mi visita, el personal no parecía estar en pleno conocimiento de toda la oferta gastronómica, así como de los precios, lo que generó una pequeña confusión.

La idea, en principio es buena: Brindar al público recetas ya preparadas en base al programa de proteínas "Ni Una Dieta Más". Sin embargo algunos helados, por ejemplo, están TAN fríos que su apreciación en el paladar se pierde, tanto en sabor como en textura. La consistencia de otros postres también podría mejorar, ya que lo que se ganaría en originalidad por el concepto, se pierde en la poca atención a estos detalles. Cuidándolos, se convierte en una excelente alternativa para regímenes especiales.

Definitivamente Mazal tiene las mejores alternativas en postres para regímenes especiales (sin azúcar y/o bajos en gluten). Sus Cheesecakes son simplemente espectaculares, más aún considerando que no utilizan los ingredientes tradicionales, en virtud de su premisa dietética. Su cocina Árabe es buena, quizá no tan variada, pero sus postres se llevan las palmas sin ninguna discusión!!!

Es un curioso local que combina una librería con un café. Hay que tener muy en cuenta que, más que una opción para comer (técnicamente no tienen una cocina) es un lugar para reunirse a pasar un rato tomándose algo muy ligero, como un café o una cerveza, mientras disfrutas de un pequeño recital de música o poesía en un recinto pequeño, casi íntimo. Agradable y refrescante opción en pleno centro de la ciudad.

Ha desmejorado mucho, pasando de ser una auténtica referencia de la cocina española en La Candelaria, a un restaurant más bien simplón, poco interesante, cuyos precios no justifican la calidad del servicio y la comida, otrora excelentes. Pareciera ser hoy en día más para ir a tomarse unos tragos. Lástima...