Recientemente visité Casa Ibérica con mi familia. La comida y el servicio, en general, fueron excelentes, pero tuve una experiencia incómoda que me hizo reconsiderar volver al restaurante en persona. Fuimos atendidos por quien parecía ser el gerente. Desde el principio, la situación fue incómoda ya que no había un menú impreso disponible. Al intentar revisarlo en Instagram, nos indicaron que no reflejaba las opciones del día. En lugar de sugerirnos platos, el gerente insistió en "traernos" diferentes opciones, asumiendo mi presupuesto y queriendo incluir descorches, entradas y más sin que yo lo solicitara. Cada vez que preguntaba por los precios, evadía la respuesta, limitándose a decir que eran "buenísimos precios" sin darme detalles claros. Cuando quise ordenar lo básico, me trajeron platos de langostas y demás, que no estaban dentro de mi presupuesto. Aunque tomo total responsabilidad en que yo debí haber sido más firme en ese momento y comentar que no iba a pedir nada sin antes ver los precios o pedir que retiraran los extras, creo que no debí haber sido puesta en una situación tan incómoda en primer lugar, donde se asume el gasto del cliente y se le intenta vender lo máximo sin su consentimiento claro. Además, era una ocasión especial y sentí que si reclamaba o pedía que se llevaran los platos iba a arruinar la salida para mi familia, por lo que me terminé quedando callada. La cuenta final fue de aproximadamente $300, algo que realmente no esperaba ni estaba dispuesta a gastar en esa ocasión. Aunque la calidad de la comida es indiscutible, la actitud de querer venderme todo lo que había en el menú me dejó con ganas de solo pedir delivery en el futuro, en lugar de volver a comer allí.