Ya varios locales han pasado por esta ubicación envidiable frente a la Plaza A. Sadel y el C.C. Tolón. Y por alguna extraña razón no duran. Esta cafetería/pastelería/fuente de soda se propone triunfar con precios solidarios, comida "rápida" sencilla y dulces provocativos. Se pide por caja y uno se lleva un número visible a la mesa, y espera a que le lleven la comida.... y espera... y sigue esperando. El personal se pasea mesa por mesa por los tres ambientes hasta encontrar finalmente el número buscado. La hamburguesa es como la del cafetín del club donde uno va los domingos. Cumple con lo mínimo para llamarse hamburguesa, pero hasta ahí. Carne que sabe más a pan rallado que otra cosa, salsas de mala calidad. Me hizo reflexionar y concluir que la vida es demasiado corta para comer así. Quizá a los próximos dueños que ocupen este local se les ocurra algo mejor.
