Hilda

Este restaurante es una joya escondida al norte de Bello Monte, ya había ido varias veces a tomar café, unas cervezas y comer una pizza, solo estaba esperando volver a ir y probar su famoso pollo a la canasta y no defraudó, excelente, fresco, bien sazonado, buena cantidad, la salsa tártara bien hecha, muy buena, deberían poner más por lo mismo, (el extra lo cobran), también probé unas bruschettas capresa bastante buenas, el servicio es atento y el ambiente muy agradable, tanto en la parte externa tipo café parisino, como en la interna mas restaurante tasca con decoración heterogénea, el local está bien cuidado y limpio. Recomendado!

Este restaurante tiene un aire de clandestinidad en un sector donde parece que el tiempo no pasa, como aquella crónica "Sabana Grande: Refugio de lo sagrado y profano" del periodista y gastrónomo Alberto Veloz. Tiene dos ambientes, una terraza relajante y discreta y el restaurante propio que al entrar percibes un armonioso ambiente festivo, familiar y contagiosamente amigable. reflejo que los que estan allí la pasan bien. La Carta es amplia y generosa pastas, aves, carnes , pescados y unas interesantes propuestas peruanas. Pedimos el pollo a la canasta el cual según comentarios es el mejor de la ciudad y realmente no nos defraudo, jugoso y crujiente con una buena salsa tartata, las cestas de platano divinas, las bruschettas de capresa formidables y el carpaccio de lomito elegantemente sutil pero con una impactante explosión de sabor, es lo que llaman un plato con memoria. De postre Brownie con helado estupendo y por cortesia de la casa un digestivo a base de anis y jengibre que después de semejante banquete fue la guinda del pastel. Cabe destacar que los sabados hacen pulpo a la parrila en anafre y el Sr "Toñito" nos dio a probar y es realmente de antología! Cuando un restaurante ofrece dedicación, pasión, honestidad y buena comida... volver es estrictamente obligatorio.

En esta oportunidad sólo comimos el brownie. Estaba excelente, muy buen tamaño, perfecto sabor. Acompañado de helado, 4 dólares. Amable atención.

Sitio escondido, pocos conoceran la joya que es, sentarse al aire libre sin nadie que te moleste, con pasapalos y cerveza para poder hablar te hace sentir en europa en medio de Caracas

Una amiga me habían recomendado este sitio, su opinión a cerca del ambiente y la comida que servían eras casi perfectas, me tuve que meter a la aplicación y buscar HILDA para leer sus opinión opiniones, -nada diversas, por lo que al leerlas son completamente homogéneas, y para nada exageradas, tal cual mi amiga me lo había contado. El ambiente del restaurant es realmente bueno, te sientes como en familia, la gente se ve, se siente agradable. En nuestro caso muy particular me remonte a esos bares españoles de Nueva York, -si, tal cual-, tiene todos los aditivos que me llevaron a la ciudad que nunca duerme, el lugar por fuera es un caffe, muy agradable, cuando realmente entras es restaurant, semejante a una tasca, con un pequeño toque a una fuente de soda, -SOFISTICADA-, en todo el sentido de la palabra, de hecho no es una ofensa, más bien es un contraste extraño, llamativo, poco visto en la ciudad, -raya en lo genial-, sobretodo que realmente la comida es buena, se esmeran, te dan calidad, no son improvisados. Miércoles-jueves y viernes, cuentan con una cantante en vivo. En conclusión es un lugar para ir cientos de veces, las que te de la gana, te sientes en otro lugar, se te olvidan los problemas. El lugar te engancha por su calidez, porque te sientes seguro estar allí. Se los recomiendo y después me cuentan 👍🏻