Descubrí este restaurante por su calificación en degusta. Leí los comentarios y vi las fotos publicadas por usuarios. Fui con la idea en la mente de que la comida era sabrosa, el ambiente feo y sucio y la atención terrible.
Mis impresiones fueron: la comida estaba muy rica, pedimos la causa de camarón, el piqueo José Antonio y un pulpo al olivo. De la causa, divina pero al probar la original de atún me quedo con esa sobre la de camarón. Del pulpo al olivo sin palabras, no imagino ir nuevamente y no pedirlo otra vez. Sobre el piqueo, cuando vi la foto iba con la idea de que los mejillones y las vieiras serían divinas y la verdad solo fueron un complemento del plato; las verdaderas estrellas fueron: el anticucho, la causa de atún, la papa a la huancaina, y quizás el ceviche que aunque era simple y sencillo, rayando en lo más tradicional y purista de un ceviche que busca resaltar la frescura y sabor suave del pescado deja una sensación de alegría infinita para aquellos que hemos comido mucho este plato.
La atención en esta primera oportunidad fue casi impecable. Molesta un poco a la vista lo falta de detalle en la vestimenta del personal de sala.
Sobre el ambiente. La única palabra que viene a mi mente es 'taguara' pero siento que no es una descripción justa, no porque no parezca justamente eso sino porque el esmero que ponen en la comida es capaz de crear una ilusión temporal de que estas en un lugar mas bonito.
Dicho todo esto: lo recomiendo al 100% porque la comida vale la pena. No veo el porque un espacio decadente como este no pueda ser un lugar de alta costura gastronómica sin ser pretenciosa.
