El local se mantiene intacto, con las mismas mesas de madera, los mismos ventiladores y hasta la misma fachada, pero como mantienen su decoración, conservan la excelente calidad de su comida. Es un lugar donde su simplicidad no opaca lo exquisito de sus platos, un ceviche fresco y muy bien ejecutado, unas conchas a la parmesana y una causa de atún bastante suculenta, anticucho cocinado a la perfección. Todo lo antes mencionado lo puedes degustar en un sólo plato para compartir entre 3-4 personas (Piqueo Jose Antonio), acompañalo con una buena jarra de Chicha Morada. Puedes terminar la ronda con un Suspiro Limeño o unos buenos picarones preparado en su momento. El servicio es bueno ya que el lugar es pequeño y afortunadamente para el comensal que asiste, tiene poca clientela, haciendo que la mesonera se enfoque en muy pocas mesas. El lugar solamente posee dos puestos de estacionamiento en la entrada del restaurante, aunque tiene una acera pequeña que le cabe 3 carros más.
